31 mar 2011

Eso que llamamos “Música”: a propósito del sonido.

Eso que llamamos “Música”: a propósito del sonido.


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Tras la presentación de esta serie, y para comenzarla, me he dirigido a la RAE a buscar la definición de Música. Yo esperaba encontrarme con algo así como: “el arte de combinar los sonidos en el tiempo para deleite del oído”, pero lo cierto es que, para los propósitos de estos artículos, no me han gustado las definiciones que he encontrado, ya sea por contener conceptos como melodía, armonía y ritmo (que aún no hemos explicado) o por referirse, por extensión, a algo más concreto, como una “compañía de músicos” o una “composición musical”.

¿Qué es Música?

Quedémonos, pues, con la definición que propuse en un principio:
Música es “el arte de combinar los sonidos en el tiempo para deleite del oído”, y analicémosla.
A partir de aquí, intentaremos aclarar a qué nos referimos con eso de “arte“, “sonidos” y “tiempo“.
Si sabes poco del tema, no te preocupes: intentaremos ir a pasito de tortuga. Y si sabes más, puede que te impacientes esperando contenidos de mayor enjundia… ¡Paciencia, paciencia, que ya vendrán las honduras de nuestros procelosos mares!

No he pensado una serie sobre Música para quedarnos en superficialidades, pero, desde luego, tampoco queremos que los artículos sean crípticos e inaccesibles; de modo que os esperan algunos capítulos “preliminares” que versarán principalmente sobre la naturaleza del sonido e intentarán aclarar una serie de conceptos que deberíamos manejar todos antes de empezar a aprender a hacer Música.
En Música hay sonidos altos y bajos, pero ¿dónde está el arriba y dónde el abajo en el sonido? Poco a poco trataremos de ir proporcionando al lector ejemplos y experiencias conscientes sobre los conceptos básicos del sonido y la Música, pues es preciso manejar con propiedad al menos un mínimo vocabulario específico acerca del tema que nos ocupa.

El arte de hacer música

Volviendo a nuestra definición, vamos a dejar de lado eso del deleite del oído, pues los gustos musicales de cada uno son muy personales y, desde luego, hay una gran variedad de ellos: lo que a unos les parece el súmmum de las composiciones a otros les suena a rayos y centellas.
Prosigamos con lo de “arte”. Música es arte. No quisiera yo dar aquí pie a discusiones conceptuales que en realidad no llevan a nada, y mira que he sido (y a veces sigo siendo) dado a discutir este tipo de asuntos… Puede ser muy frecuente que, si nos parece que una música no tiene la suficiente calidad (o simplemente no nos gusta), digamos: “eso no es música” (yo también lo he dicho alguna vez), pero más allá de que podamos considerar una composición musical como música de la buena o de la mala, si se trata de una combinación intencionada de sonidos en el tiempo, es música.
¿Y dónde queda el arte entonces? Pues, veréis, pienso que con el término “arte” pasa como con la palabra “cultura”, parece que cuando decimos “cultura” nos estamos refiriendo a la Cultura con Mayúsculas. Pero si decimos que una persona es inculta, de ningún modo podemos afirmar que esa persona no tenga ningún tipo de cultura. Por pocos conocimientos que posea, ha estado en contacto con una sociedad, con una familia, con un entorno que le ha transmitido ciertos valores, creencias, aprendizajes… Además, cultura no sólo es una gran sinfonía o un buen cuadro colgado en un museo. En un sentido amplio, cultura es toda producción humana, cualquier innovación que podamos copiar unos de otros y transmitir a posteriores generaciones. Existen, por ejemplo, la cultura del plástico, la cultura de las tribus urbanas, etc. Y, desde luego, también son cultura nuestras creencias, algunas de ellas absurdas, así como nuestras supersticiones.
Pues aquí, lo mismo: cuando decimos que la Música es arte, nos referimos a que hay un componente de libertad y expresión personal en el proceso creativo. Es decir, sí, la música tiene sus reglas que hay que aprender, pero nadie obliga al compositor a seguir una serie de pasos concretos uno detrás de otro ni a hacer cada cosa de una manera determinada, sin salirse del caminito, para concebir una obra musical. Pongo un ejemplo más claro: ¿no son artes las artes marciales? Apúntate a kárate y verás: te enseñarán distintas técnicas de golpeo, bloqueos, esquivas, agarres, proyecciones, luxaciones… y tendrás que practicarlas todas muchas veces para que te salgan bien, pero a la hora de la verdad, en un combate, ¿quién te dice cómo y cuándo tienes que aplicar esas técnicas? Puedes optar por atacar, sorprender, amagar, engañar, defenderte, esperar a ver qué hace tu oponente… En definitiva, se trata de un arte porque no es un proceso cerrado, no es un algoritmo mecánico. Tú decides de qué forma y cuándo aplicas cada técnica. Exactamente a eso me refiero cuando digo que la música es arte.
Por supuesto, creo que hay obras musicales sublimes y maravillosas que son Arte en Mayúsculas y para las que nuestra capacidad de asombro se queda, a veces, pequeña; pero no es el objetivo de esta serie entrar en tales valoraciones. Sólo vamos a tratar de ver la naturaleza de la materia prima con la que se hace la música y a intentar entender algunas de las técnicas más empleadas.
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Después de toda esta parrafada, continuemos con nuestro análisis: Música no sólo es arte, sino que es el arte de combinar sonidos. ¿Qué es el sonido entonces?

El sonido

Llegados a este punto, lo primero que voy a decir es que me acuerdo de que, cuando yo estudiaba, no me gustaba la definición que se nos daba del sonido. Era algo así como: “el fenómeno que se produce cuando las ondas sonoras llegan al oído humano”. Me resulta evidente que es una definición demasiado antropocéntrica. ¿Qué oirán los perros, «pseudosonido perruno»? ¿Y los gatos, «pseudosonido gatuno»? Desde esta definición tan antropocéntrica, aunque en un medio existan ondas sonoras, si no hay una persona que las reciba, no existe sonido alguno.
Supongo, desde luego, que hay un cierto criterio para concluir esto. Es verdad que llamamos «ultrasonidos», y no «sonidos», a las ondas sonoras con una frecuencia demasiado alta para que el oído humano las oiga, aunque otros animales sí sean capaces de oírlas. Lo mismo pasa con las frecuencias subsónicas o infrasonidos, demasiado bajas para nuestro oído, pero no necesariamente para los de otras especies. Es decir, cada especie animal tiene su propio umbral de audición, y nosotros utilizamos nuestro espectro de frecuencias audibles para clasificar las ondas sonoras.

La base física del sonido

Si nos vamos a la Wikipedia: “el sonido, en física, es cualquier fenómeno que involucre la propagación en forma de ondas elásticas (sean audibles o no), generalmente a través de un fluido (u otro medio elástico) que esté generando el movimiento vibratorio de un cuerpo”. Como veis, a la Física no le importa si las ondas son audibles o no: si son ondas sonoras, son sonidos.
Personalmente, siempre me ha dado mucha rabia que las distintas disciplinas definan un mismo concepto de formas diferentes (y doy fe de que he detectado muchas veces este tipo de incongruencias interdisciplinares). Creo que esto atenta contra la esencia misma de la comunicación. Y no sólo eso: ¿cómo se atreven luego a pedir a los profesores que enseñen a sus alumnos de forma que puedan extrapolar un mismo conocimiento a situaciones distintas? Me resulta irónico, por ejemplo, que se pida que un alumno sea capaz de aplicar conceptos y procedimientos matemáticos no sólo en Matemáticas, sino en cualquier otra área curricular o en cualquier circunstancia de la vida, y que, sin embargo, para las distintas áreas, un mismo término pueda significar cosas diferentes…
Ahora bien, más allá de estas reflexiones (o incluso divagaciones) mías, y dejando a un lado los formalismos de las definiciones, lo que debe quedar claro es que en el origen del sonido hay siempre un fenómeno ondulatorio. Es decir, una fuente de sonido vibra y produce ondas sonoras que se propagan por un medio elástico (normalmente el aire) mediante diferencias de presión en el mismo. Por lo tanto, cualquier cualidad del sonido la podremos relacionar con las características de estas ondas.
¿Y qué es lo que tenemos que saber acerca de las ondas sonoras?

Intentando “ver” un sonido

Vamos a imaginarnos un objeto, un objeto cualquiera, pero se trata de un objeto que vibra. Con esto queremos decir que nuestro objeto se mueve, por ejemplo: primero hacia arriba y luego hacia abajo, hacia arriba y hacia abajo, hacia arriba y hacia abajo… Estamos asistiendo a una serie de oscilaciones en torno a un punto medio (posición central o de equilibrio). Sin embargo, hemos dicho que nuestro objeto vibra, sin más. ¿Puede vibrar más rápido o más lento? Sí, seguro que puedes imaginar oscilaciones rápidas y oscilaciones lentas.
Pero, un momento, independientemente de que nuestro objeto vibre rápido o lento ¿cómo de grandes son cada una de sus oscilaciones? Nuestro objeto puede vibrar levemente, desplazándose muy poca distancia por encima y por debajo de la posición central; pero también podría tratarse de oscilaciones más “importantes”, en las que nuestro objeto imaginario se desplaza lejos de la posición central, unas veces arriba y otras debajo de ésta. En este último caso, las oscilaciones serán más amplias: tendrán mayor amplitud.
Pensemos ahora que nuestro objeto vibrante es una fuente de sonido (nuestras cuerdas vocales, por ejemplo) y veamos en qué se traduce todo esto.
Representación cartesiana de una onda sonora. Fuente: yio.com.ar
Representación cartesiana de una onda sonora. Fuente: yio.com.ar
Podemos representar las ondas sonoras (por ejemplo, las ondas producidas por nuestras cuerdas vocales) en un eje cartesiano. El eje horizontal es el tiempo, mientras que el eje vertical es la amplitud de onda. Cuantas más veces atraviese la onda el eje horizontal en un mismo intervalo de tiempo, mayor será su frecuencia (y, por tanto, menor su longitud de onda), es decir, habrá mayor número de vibraciones por segundo. Traducido a nuestro ejemplo imaginario, nuestras cuerdas vocales oscilarán más rápidamente.
Por su parte, cuanto más fuerte sea el sonido, cuanta mayor sea su energía, cuanta mayor diferencia de presión provoque en el medio, mayor amplitud tendrá la onda. Es decir, nuestras cuerdas vocales, en su oscilación, se alejarán mucho de su posición central, por encima y por debajo de ésta.
Recuerda también que el eje horizontal atraviesa al vertical justo en el cero (vamos, lo que viene siendo un eje de coordenadas de toda la vida); el cero es en nuestra representación gráfica la posición central o de equilibrio de la oscilación. Como la amplitud de onda va creciendo y disminuyendo cíclicamente, de forma que algunas veces está por encima del eje horizontal (por encima del cero) y otras veces por debajo del mismo (por debajo del cero), tenemos que algunas veces la amplitud de la onda es positiva (por encima de la posición de equilibrio), otras veces es negativa (por debajo de la posición de equilibrio) y algunas veces es cero (justo cuando la oscilación está en el punto medio).

Sumamos los sonidos

Otra cosa que debemos saber es que las ondas sonoras pueden sumarse. Si dos o más ondas sonoras afectan simultáneamente un mismo punto del medio elástico en el que se propagan, entonces obtendremos una nueva onda sonora resultado de sumar, en cada instante, las amplitudes de onda de todas las ondas originales en dicho punto.

Suma de ondas. Imagen tomada de fisica-facil.com
Como sabemos que la amplitud de onda puede ser positiva o negativa, dependiendo del signo de las amplitudes de onda originales, al sumar, a veces sumaremos, pero otras veces restaremos sus valores absolutos. Esto quiere decir que, en ocasiones, al sumar dos amplitudes de onda en un punto podemos obtener una amplitud de onda mayor que cada una de las dos originales, pero, otras veces, el resultado será menor; incluso hay ocasiones en que el resultado puede ser igual que una de las dos amplitudes de onda originales, si la otra amplitud es igual a cero en ese punto. Y, por cierto, también es posible producir silencio a partir de dos sonidos mediante la cancelación de fase; claro que estos sonidos deberán ser idénticos pero totalmente desfasados (es decir, con amplitudes opuestas en cada momento)… Por supuesto, los lectores asiduos de El Tamiz han tenido la oportunidad de conocer los fenómenos de interferencia destructiva.

Vemos diversas formas en el sonido

Si a todo lo anterior añadimos que las ondas sonoras más simples pueden tener diversas formas de onda (senoidal, cuadrada, triangular o diente de sierra), concluimos que al sumar distintas ondas de distintas amplitudes, distintas frecuencias y distintas formas, podemos obtener formas de onda de lo más variadas y complejas, como las que podemos observar en el gráfico a continuación.

Distintas formas de onda. Imagen tomada de electriauto.com
1- Onda senoidal.
2- Onda en diente de sierra.
3- Onda cuadrada.
4- Pulso.
5- Onda senoidal amortiguada.
6- Onda triangular.
7- Escalón.
8- Forma de onda compleja.
Recapitulemos. Hasta ahora hemos visto que una onda sonora puede vibrar más rápido o más lento (con mayor o menor frecuencia), que sus oscilaciones pueden ser más o menos amplias (puede tener mayor o menor amplitud), que puede tener distintas formas y que se puede sumar con otras ondas.
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En el próximo capítulo descubrirás cómo el hecho de que una onda sonora tenga mayor o menor frecuencia, mayor o menor amplitud o una u otra forma afecta al sonido que percibimos. Asimismo, empezaremos a atisbar la importancia que tiene en Música el que los sonidos se puedan sumar. Y, por supuesto, también hablaremos un poco del tiempo, ése que aparecía en nuestra definición de música y que aún no hemos abordado. Será el momento de introducir los parámetros del sonido, es decir, las características más relevantes del sonido.
¿Y para qué sirven esos parámetros del sonido? Pues verás, sirven para poder estudiar el sonido en profundidad y de forma objetiva, y, desde luego, en un principio a nosotros nos van a servir para poder describir los sonidos con mayor precisión, igual que describimos las cosas que podemos ver o tocar… pero, como decimos, esto lo trataremos de explicar más pormenorizadamente en el próximo capítulo de la serie.

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