16 jul 2010

La inteligencia del pulpo

Noticas demedicina.com y EFE




Menos sabido que los mundialmente famosos aciertos del pulpo Paul durante la Copa Mundial de Sudáfrica 2010, es la sorprendente inteligencia que caracteriza a esta especie de moluscos.
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Los pulpos, u octópodos, siempre han sorprendido a los científicos desde que el hombre intentó estudiarlos. Sus ocho brazos tentaculados son, sin duda, un elemento destacable. Sin embargo, lo más llamativo del pulpo es su naturaleza sigilosa, su habilidad para camuflarse y mantenerse escondido, el amplio desarrollo de sus sentidos, y la enorme fuerza que posee en relación a su pequeño cuerpo.
Estas características del pulpo ya son destacables por sí solas, pero lo que realmente sorprende al científico es su inteligencia. Por supuesto, siempre depende de a lo que llamemos inteligencia. La inteligencia de los pulpos no puede ser comparada con la humana u de otras especies vertebradas, no porque no la posea, sino porque su camino evolutivo fue radicalmente distinto al nuestro.
Pero lo cierto es que los pulpos pueden aprender, pueden procesar información compleja y comportarse complejamente. Como es evidente cuando vemos la fotografía de un pulpo, su cabeza es proporcionalmente enorme, y no está vacía. En ella se aloja un cerebro con millones de neuronas, muchas más de las que posee cualquier otro molusco. El tamaño y complejidad de su cerebro es tal que se compara al de las aves y algunos mamíferos.
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A lo largo de los años, los pulpos mostraron muchos signos de inteligencia. Probaron tener una excelente memoria. Eran astutos e impredecibles. Prudentes. Jennifer Mather, bióloga canadiense, estudió a los pulpos arrojándoles juguetes a sus tanques de agua y observando sus reacciones. Los pulpos los inspeccionaban y los empujaban con chorros de agua. “Están jugando”, aseguraba la bióloga.
Mather fue más lejos y defendió la existencia de cierta conciencia en los pulpos, signo de una desarrollada inteligencia. No sería una conciencia plena la que posee el ser humano, sino una forma mucho más simple. Al parecer, los pulpos pueden combinar sus percepciones con sus memorias para producir un sentimiento coherente de lo que les está pasando a ellos en cualquier momento.
Jean Boal y sus colegas realizaron algunos experimentos que demuestran qué tan buenos son los pulpos aprendiendo geografía. Boal situó a los pulpos en un tanque con una serie de relieves diferentes, y varios objetos de distinto tamaño. Sólo tomó unas pocas pruebas para que los pulpos encontraran la ruta más rápida para sortear los obstáculos hacia la salida. Resolver laberintos es algo que varias especies pueden realizar con éxito, pero los pulpos de Boal además eran trasladados de un tipo de laberinto al otro al finalizar la prueba, de forma que terminaban sorteando dos.
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Otra señal de inteligencia de los pulpos es la forma en la que escapan de un depredador. Su astucia no se limita a escapar con rapidez, sino a engañar al enemigo a través de todo tipo de camuflajes. Desde simulaciones de rocas estáticas (foto 2), a disfrazarse de otros peces (foto 3), los pulpos son maestros indiscutidos del engaño.
Fuentes: Science Daily / Live Science / Discover Magazine


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