1 jul 2010

Agujero de la Capa de Ozono

En 1985, meteorólogos británicos confirmaron algo que se sospechaba desde hacía tiempo: sobre la Antártida había un agujero en la capa de ozono, la capa atmosférica que bloquea el 99% de los rayos solares ultravioletas.
Los científicos detectaron el problema por primera vez en 1977 pero decidieron no hacerlo publico hasta que la evidencia fuera indiscutible. Datos de satélites demostraron que el ozono sobre la Antártida disminuía cada octubre, cuando el 40% de la capa se disolvía, y el 2,5% de todo el planeta había desaparecido en sólo cinco años.
image Interacción química entre las moléculas CFC y el ozono (PNUMA)
Las consecuencias de la disminución eran terribles: la radiación ultravioleta podía causar cáncer de piel, matar al fitoplancton (los pequeños organismos del principio de la cadena alimenticia oceánica), dañar los cultivos, dejar ciegos a los animales, y causar estragos aún desconocidos.
Los expertos sospechaban que los culpables eran unas sustancias fabricadas por el hombre llamadas clorofluorocarbonos (CFC), moléculas de hidrocarburos saturados con átomos de cloro y flúor. Once años antes, los químicos californianos Sherwood Rowland y Mario Molina publicaron cálculos computarizados que mostraban que estos clorofluorocarbonos ponían en peligro la capa de ozono.
Cada átomo de cloro de un clorofluorocarbono que llegaba a la estratosfera podía destruir 100.000 moléculas de ozono. En 1978, el gobierno de Estados Unidos prohibió el uso de CFC en los aerosoles, pero la resistencia de los fabricantes hizo que su uso continuara en heladeras, equipos de aire acondicionado, disolventes industriales y pinturas plásticas. En otros países, todavía se seguía utilizando en pulverizadores.
El CFC era el causante principal del recién detectado “efecto invernadero”, en el que el calor solar reflejado desde el suelo queda atrapado por una capa de contaminación desplazada por el aire.
imageEl agujero de la capa de ozono entre 1980 y 2004 (CSIRO Atmospheric Research; Data NASA GSFC Code 916)
Los científicos predijeron que, en 50 años, la media de la temperatura terrestre aumentaría 8 grados. Se temía que el calentamiento global fundiera los casquetes polares, aumentara el nivel del mar e inundara ciudades costeras. Desde entonces, la amenaza del cambio climático, que puede transformar zonas fértiles en desiertos, fue conocida en el mundo entero.
En 1987, 53 países industrializados firmaron inicialmente el Protocolo de Montreal, un acuerdo para eliminar el uso de CFC. Desde entonces, otros países se sumaron a la iniciativa, que sufrió transformaciones a lo largo de los años siguientes. Si los gobiernos continúan cumpliendo con los pactos del Protocolo, es posible que la capa de ozono pueda recuperarse hacia mediados del siglo XXI.
Fuentes:
  • Our Times: The Illustrated History of the 20th Century, Turner Publishing, Atlanta, 1995.
  • As Antarctica’s ozone hole grows”, New Scientist, 7 Oct 1989, Vol. 124, N.º 1685, Reed Business Information
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