18 ago 2009

Análisis de las Paradojas del Viaje en el Tiempo. | El Cedazo

Análisis de las Paradojas del Viaje en el Tiempo. | El Cedazo

En el artículo anterior, que forma parte de esta serie sobre la naturaleza del tiempo, hicimos las primeras consideraciones sobre el viaje a través del tiempo: cuáles son sus distintos significados, cuáles están avalados por la Física, y cuáles son las implicaciones filosóficas iniciales. Ahora, iremos más allá y examinaremos la cuestión más problemática y a su vez fascinante: las paradojas del viaje en el tiempo. Sin embargo, ¿qué es una paradoja? ¿Existen contradicciones en la naturaleza?, ¿o sólo en las ecuaciones de los físicos?

En la naturaleza no hay paradojas. La naturaleza es coherente y consistente consigo misma: de ahí la pasión del hombre por encontrar patrones, inducir leyes y hacer ciencia. Con todo, la ciencia no es una narración de la realidad, sino justamente una creación del ser humano en el intento por comprenderla. Las paradojas en la Física son, de hecho, una señal de alerta de que algo estamos entendiendo mal, y de que nuestros modelos o creencias no se ajustan del todo con la naturaleza. Hemos vistos antes que la Física permite cierto tipo de viaje en el tiempo; entonces ¿por qué surgen paradojas? ¿Qué es lo que estamos entendiendo mal? ¿Son paradojas por ser contradicciones reales, o sólo aparentes?

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“Drawing Hands”, M. C. Escher.

Es recomendable que, antes de leer este artículo, lo hayas hecho con el anterior; si no, es posible que te encuentres con algunas dificultades cuando mencionemos conceptos como Eternalismo o curva cerrada de tipo tiempo. Como ya vimos, la Teoría de la Relatividad nos dice que el tiempo es la cuarta dimensión de espacio, conformando el espaciotiempo, y que no existe diferencia objetiva entre pasado y futuro. Ese “fluir del tiempo” al que estamos tan habitados a considerar, escapa de la descripción de la Física. Como es sabido, las paradojas del viaje en el tiempo nacen cuando nos referimos a viajar al pasado. Viajando al futuro no se crea contradicción alguna. Pero, ¿cómo puede suceder esto si para la Física pasado y futuro son la misma cosa?; ¿acaso sí existe una dirección privilegiada en el tiempo?

Generalmente leemos que, de viajar al pasado, se entraría en conflicto con el Principio de Causalidad, que dice que las causas deben preceder a los efectos, y no al revés. Pero ¿qué es exactamente la causalidad? Este principio, aunque es una de las cosas más básicas y fundamentales que sabemos sobre el universo, no se deriva de las leyes de la Física. ¿Cómo puede ser esto? En las ecuaciones de la Física no hay nada que nos explique la naturaleza de la causalidad; si bien todo efecto debe tener una causa ¿por qué ésta tiene que existir antes y no luego que aquél?, ¿qué es exactamente el lazo que une a una causa con su efecto? Cuando se trata de cuestiones como el tiempo o la causalidad, la Ciencia no nos dice cosas claras.

Existen diversas clases de paradojas causales del viaje en el tiempo. Dependiendo qué aspecto de la causalidad violan, se clasifican principalmente en dos grupos:

  • Por un lado, en las que existe un efecto sin causa. Una causa A produce un efecto B, el cual regresa al pasado e impide que ocurra A. De modo que si la causa A nunca existió ¿de dónde rayos salió el efecto B? Las paradojas de esta especie reciben a veces el nombre de paradojas de incoherencia.
  • Por otro lado, en las que un efecto se convierte en su propia causa. Una causa A produce un efecto B, el cual regresa al pasado y produce A, formando lo que se llama un bucle causal, sin principio ni fin. A esto apunta la imagen de arriba. ¿Cuál mano comenzó a dibujar?

Del primer tipo, la más célebre es la archiconocida y poco analizada paradoja del abuelo, que se presume fue expresada por primera vez en 1943 por el escritor francés René Barjavel. Aunque es cierto que a menudo los escritores hacen historias inconsistentes y paradojas mal formuladas, otros literatos sobresalen con historias meticulosamente elaboradas, que son fruto de un exhaustivo análisis lógico. Desde luego que, como veremos, las más profundas fueron desarrolladas en realidad por físicos y lógicos, más que por escritores. Las paradojas de viaje en el tiempo constituyen uno de los mayores desafíos intelectuales para la razón humana. Será, por tanto, interesante y fructífero examinarlas.

Comencemos enunciando rápidamente la paradoja del abuelo, para llevarla luego hasta sus últimas consecuencias: Una persona toma una máquina del tiempo (un agujero de gusano, o lo que sea) y regresa a un punto del pasado en donde ni él ni sus padres han nacido todavía. Esta persona se encuentra con quien en el futuro será su abuelo; toma un arma y –digamos accidentalmente– lo mata. La situación que se plantea es la siguiente: si el abuelo murió de joven, nunca habrá nacido, pongamos, la madre del viajero, ni tampoco él. Si no hay viajero, no hay asesinato. O dicho de otro modo, el viajero mata a su abuelo si y sólo si no lo mata: ésta es la contradicción. Por supuesto, no hace falta que quien muera sea el abuelo; la paradoja sería más explícita si el viajero asesinase a su propia persona del pasado.

Analicemos primero la llamada solución de la auto-consistencia. Según esto, las leyes de la Física no permitirían ningún suceso que resultase paradójico; el viajero nunca lograría matar a su abuelo. ¡¿Cómo?! Pero, ¿qué lo detendría exactamente?, ¿acaso va contra las leyes de la Física el simple hecho de que un hombre tome un arma y dispare? Uno de los más destacados en analizar estas cuestiones, fue el filósofo David Lewis (1941-2001). En su escrito “Paradoxes of Time Travel”, nos dice:

Tim [el viajero] puede matar a Abuelo. Tiene lo que necesita. [...] ¿Qué puede pararle? ¡Las fuerzas de la lógica no detendrán su mano! Ningún poderoso guardián espera para defender del pasado de interferencias. (Imaginar, como hacen algunos autores, tal guardián es una aburrida evasiva, innecesaria para hacer consistente la historia de Tim.) En resumen, Tim es tan capaz de matar a Abuelo como cualquiera puede serlo de matar a cualquiera.
DavidLewis

David Lewis. La profundidad de su pensamiento es acorde a la de su barba.

Sin embargo –explica Lewis– en otro sentido no puede matar a su abuelo. Él indaga: ¿qué entendemos por posible? Decimos que podemos hacer algo, cuando ese algo es componible o introducible en un contexto determinado de hechos. Por ejemplo, Lewis puede nadar, únicamente cuando existen hechos que permiten que esto tenga sentido, como el hecho de que se él encuentre dentro de una piscina. Si bien la acción matar-abuelo es componible con los hechos del momento en que el viajero decide hacerlo (en otras palabras, las leyes de la Física lo permiten en ese momento), esta acción no es componible con una cantidad mayor de hechos: por ejemplo, el hecho de que al año siguiente el abuelo se casó, tuvo un hijo, compró una propiedad, etc., más precisamente todos los efectos futuros de los que el abuelo es causa. Por lo tanto, nos dice Lewis, sería lógicamente imposible que el viajero logre matar a su abuelo (así como tampoco a cualquier otra persona hoy viva).

Para entender con más claridad este confuso argumento, tenemos que recordar la interpretación eternalista, o de “universo bloque”, de la que hablamos antes. La Teoría de la Relatividad nos dice que el mundo es una combinación de espacio y tiempo –el espaciotiempo– y por consiguiente que todo lo que ocurrió y ocurrirá está fijo y determinado en él. Si el futuro es tan real como lo es el presente (pues esa división no existe en la Física), no hay forma de que podamos realizar actos que alteren los sucesos futuros. Es decir, no sería posible el libre albedrío; la libertad y voluntad humanas serían sólo apariencias; todas nuestras acciones y decisiones estarían determinadas de antemano por las leyes de la Física. De este modo, argumenta Lewis, lo que un hombre puede y no puede hacer, está determinado por el todo, no sólo por el presente, que no tiene nada de particular. Nuestras acciones no deben estar únicamente en concordancia con la Física a escala local, sino también global. El físico John L. Friedman, entre otros, llama a esto como principio de coherencia.

A pesar de todo, alguien puede intervenir aquí y decir: ¡Sigo sin entender qué es exacta y concretamente lo que impide que el viajero tome un arma y le dispare a su abuelo! Razonar de este modo significa que no estamos comprendiendo lo que quiere decir consistente. ¿Cuándo una historia es consistente y cuándo no? En la literatura y el cine, se suele mostrar que el viajero en el tiempo puede alterar los sucesos pasados, quizá sólo levemente, aunque la historia a grandes rasgos se mantiene intacta, por lo que se dice que esa historia es consistente. Por citar algún ejemplo conocido, en “Back to the Future(”Regreso al Futuro”) , Marty McFly hace todo tipo de estragos con sus padres en el pasado, pero aun así, años después su nacimiento no se ve alterado en lo más mínimo; de esta manera se nos dice que no hay paradoja alguna.

Sin embargo, esta forma de entender los conceptos de historia y de consistente, es muy humana: para la Física no es más importante si una persona está viva o muerta que si una lámpara está encendida o apagada: todos los sucesos tienen relevancia física, y todos son igualmente capaces de producir paradojas, como más abajo ejemplificaremos. Es decir, la hipótesis de la auto-consistencia no dice podemos viajar al pasado siempre y cuando ‘no toquemos nada’ que ponga el peligro el curso de la historia. Dice que todo lo que allí se haga (hizo) ya está reflejado en la actualidad, y que simplemente no podemos “cambiarlo”, sino sólo formar parte de él. ¿Qué nos garantiza que el viajero fallará y no matará a su abuelo? El hecho de que falló evidentemente, pues su abuelo vivió y el viajero nació.

Es interesante observar que solemos usar verbos conjugados en futuro para referirnos a las acciones del viajero en el pasado. Decimos: “¿qué le impedirá matar a su abuelo?”. Esto nos lleva a cometer errores de razonamiento. Aunque parezca contraintuitivo, lo correcto sería decir “¿qué le impidió matar a su abuelo?”. La auto-consistencia no ostenta que fallará, sino que falló. Si todos los sucesos en el espaciotiempo ya están determinados y fijos, no tiene sentido la expresión “modificar el pasado”. De tal suerte que lo único que podría hacer el viajero en ese punto del espaciotiempo que localmente llamamos pasado, sería formar parte de él, no modificarlo. No es que el pasado tenga algo de especial por lo que no podamos cambiarlo; tampoco podemos cambiar el presente ni el futuro, teniendo en cuenta el Determinismo del que nos habla la Teoría Relatividad. Podríamos comparar el tiempo con una novela ya escrita: por mucho que retomemos la lectura y hagamos saltos de página en página, en ella siempre sucedería inexorablemente lo mismo.

Hasta aquí estuvimos hablando de la auto-consistencia en su formulación meramente conceptual. En las últimas décadas del siglo pasado, el físico Igor Novikov (1935-), entre otros, se encargó de traducir esta idea al lenguaje de la Física, e investigar si tenía sentido matemáticamente. En su libro “Evolution of the Universe” dice:

El cierre de las curvas de tiempo no supone necesariamente una violación de la causalidad, ya que los acontecimientos a lo largo de esta línea cerrada pueden estar todos ‘auto-ajustados’ — todos se afectan unos a otros en un ciclo cerrado y se siguen uno de otro de una forma coherente.

Sin embargo, esta tesis no está libre de críticas. Por la misma época, un colega y amigo suyo, el físico Joseph Polchinski (1954-), formuló una célebre paradoja que no involucra abuelos ni asesinatos, sino bolas de billar –que son más adecuadas para ser tratadas por la Matemática–, intentando refutar la hipótesis de la auto-consistencia y generando un candente debate sobre el viaje en el tiempo. Consideremos la siguiente situación. Imaginemos una mesa de billar en la que dos de sus agujeros son en realidad las bocas de un agujero de gusano. El agujero de gusano tiene esta peculiaridad: si una bola ingresa por la boca derecha, emerge por la boca izquierda unos segundos en el pasado. Desde el punto de vista de un observador externo (que no se introduce dentro del agujero) la experiencia sería algo un tanto extraña, como se muestra en la siguiente animación:

pool1

La bola sale antes de que ingrese en el agujero, es decir, el efecto ocurre antes que la causa. Sin embargo, por ahora no hay paradoja alguna. Lo que se le ocurrió a Polchinski, es que la trayectoria de la bola podría ser de modo tal que, al salir por la boca izquierda, chocase contra su ‘yo’ del pasado, impidiendo que entre en la boca derecha. Si la bola nunca entró en el agujero de gusano, ¿de dónde provino la que salió por la boca izquierda? Al parecer, no provino de ninguna parte. En términos de causalidad, esta paradoja se podría expresar así: si un efecto ocurre antes que su causa, alguien o algo podría impedir que aquella causa suceda, obteniendo de este modo un efecto sin causa (como la bola billar que no salió de ninguna parte), lo que crea una contradicción. Ésta se conoce como la Paradoja de Polchinski.

pool2

Te darás cuenta que la estructura causal de esta paradoja es análoga a la del abuelo, sólo que reducida audazmente hasta sus aspectos más básicos. La ventaja que tiene este modo de formularla, es que eliminamos todo lo referente al libre albedrío y la libertad humana, y podemos enfrentarnos cara a cara con la esencia de la contradicción. Es como si observáramos –si fuera posible– una singularidad.

En la mayoría de los relatos sobre viajes en el tiempo, interviene como factor decisivo una persona, sus decisiones, asesinatos, memoria, abuelos, cambios de sexo, etc.; pero todo eso no es más que un disfraz para hacerlas más vistosas. Quedamos estupefactos por estos asuntos accesorios, y olvidamos la esencia de las paradojas, que es la causalidad. Si queremos comprender si tiene o no lógica el viaje al pasado, debemos atacar directamente la raíz de todo este asunto, que es el nebuloso Principio de Causalidad. Y Polchinski nos ayuda en este aspecto.

Visualicemos lo que ocurriría desde la perspectiva de la bola (si tuviera ojos para mirar). Es impulsada, entra por la boca derecha del agujero de gusano, atraviesa un extraño ‘túnel’, sale por la boca izquierda y choca contra otra bola. Si le preguntáramos a la bola, ella nos diría que no ha ocurrido ningún suceso paradójico. No obstante, la historia vista desde un observador externo sería distinta: la que se muestra en la animación de arriba. En Física, a las “historias” de los objetos, es decir, lo que les va sucediendo a lo largo del tiempo, se las llama líneas de mundo. Como acabamos de ver, en la paradoja de Polchinski hay dos líneas de mundo, o historias, para un mismo suceso: en una, la bola entra por el agujero; en la otra no, a causa de que es golpeada por ella misma. Esto es lo que crea la paradoja. ¿Cómo pueden coexistir dos líneas de mundo diferentes, que describen la misma cosa? Es como si arrojáramos una copa al suelo, que se rompe y a la vez no se rompe. ¿Cuál es la historia original?

Uno de los que más ha investigado sobre esta paradoja, es el conocido físico Kip Thorne (1940-). Él se preguntó: ¿existe alguna otra trayectoria de la bola, análoga a la de Polchinski, pero que no cree una paradoja? Encontró que sí. Por ejemplo, podría suceder que la bola chocase consigo misma, desviándose, pero no lo suficiente como para no entrar en el agujero. Y ese rozamiento inicial explicaría a su vez por qué ha salido la bola por la boca izquierda con un impulso menor, como para sólo acariciar a su ‘yo’ del pasado, sin crear una paradoja. Veámoslo gráficamente:

pool3

Esta trayectoria de Thorne es completamente consistente, y está en brillante concordancia con las leyes de la Dinámica. Notemos que no hay dos líneas de mundo, como antes, sino una sola. Ahora, ¿ésta es la única trayectoria no-paradójica que existe? Por su puesto que no. De hecho, hay infinitas. Por ejemplo, se encontraron otras en donde la bola describe un complejo recorrido, entrando y saliendo varias veces por los agujeros, aun sin crear ninguna paradoja. La pregunta a formularse entonces es: ¿de qué modo las leyes de la Física ‘elegirían’ una de estas trayectorias consistentes, de las infinitas que hay, y ‘evitarían’ a toda costa la de Polchinski? ¿Cómo la Naturaleza se protegería a sí misma de las paradojas? Ésta es una cuestión sumamente abierta, y estaría mal inclinarnos caprichosamente hacia alguna respuesta ‘bonita’.

  • Alguien que asumiera el determinismo radical, diría: no es que la Naturaleza deba ‘protegerse’ de nada; todo lo que ocurrirá ya está determinado y acorde con ella; no existe posibilidad de crear a voluntad una paradoja.
  • Alguien que asumiera el libre albedrío, podría decir: el hombre puede crear todo tipo de situación física y puede modelar la Naturaleza a su deseo, pero no tiene la capacidad de lograr que ella se contradiga a sí misma. Las leyes de la Física lo impedirían contra viento y marea. Quizá hoy no comprendemos cómo, porque ni siquiera las comprendemos a ellas mismas.
  • Alguien que asumiera el indeterminismo (que no implica libre albedrío) podría hacer una síntesis y decir: la mecánica cuántica nos muestra que la indeterminación está presente en todo suceso natural; aunque pueda existir un determinismo a escala macroscópica, en el mundo microscópico siempre existe la posibilidad de eludir el ‘plan’ de la Naturaleza, dando lugar a aleatoriedades. Las paradojas del viaje en el tiempo surgen cuando nos referimos a objetos macroscópicos, como personas o bolas de billar. Pero si estos viajes fueran sólo posibles a escalas microscópicas o aun subatómicas, habría que analizar las paradojas con los términos de la mecánica cuántica, la cual tiene otras reglas de juego, y sí permite fluctuaciones de la causalidad.

Este último punto se acerca en cierto aspecto a la llamada Conjetura de la Protección Cronológica, postulada por el famoso astrofísico Stephen Hawking (1942-). Esta hipótesis dice que tal vez las leyes de la Física impidan que un objeto macroscópico viaje al pasado, en un agujero de gusano, o en cualquier otro medio, como si el Universo se protegiera a sí mismo de contradicciones. Profundizaremos más sobre este tema en el próximo artículo. Lo que nos ocupa aquí es examinar la naturaleza de las paradojas.

Volvamos a lo que decía Thorne sobre las trayectorias de la bola. Si se creara una situación consistente, como la ilustrada en la última animación, esto daría lugar a uno de los fenómenos más curiosos jamás concebidos por la mente humana: los bucles causales. Notemos que la causa por la cual la bola que sale por la izquierda choca levemente, es que ella (antes de meterse en el agujero) perdió impulso a causa del choque. Es decir, el choque es leve porque el choque fue leve: un efecto es su propia causa. Digámoslo en términos más sencillos: Thorne está a punto de escribir su próximo libro sobre viajes a través del tiempo. Pero antes de que tomara la pluma, toca la puerta alguien: es Thorne-viejo, que ha venido del futuro. Él le entrega a Thorne el libro ya escrito. Thorne, muy agradecido, manda a hacer copias de editorial y vende muchos ejemplares. Unos años después, Thorne regresa al pasado y le entrega a su ‘yo’ joven el libro ya terminado.

En la historia anterior no hay contradicciones. Pero… ¿Quién escribió ese libro? ¡¿De dónde salió?! Thorne-joven no lo escribió, pues a él se lo entregó su ‘yo’ futuro. Éste último tampoco, ya que a él se lo dieron cuando era joven. Lo que tenemos es un bucle causal, un efecto que es su propia causa. Éste es el segundo tipo de paradoja causal del viaje en el tiempo, aunque, como veremos, quizá no es tan paradójico como el primer tipo. Empecemos por decir que esta historia es completamente consistente; la solución de la auto-consistencia no tiene nada que reprocharle. Cada evento se explica a partir del anterior. Pero cuando miramos el todo, hay algo que parece fallar. ¿De dónde provino la información? En la vida cotidiana nunca vemos libros que se escriben solos.

Sin embargo, ¿qué es la información? Miremos de nuevo la solución consistente de la trayectoria de Polchinski, que es esta misma historia del libro, aunque reducida a bolas de billar. En vez de aparecer en forma de texto, allí la información está dada en la trayectoria. El que la bola-joven haya sido golpeada levemente, se explica a partir de que la bola-vieja había perdido impulso por el choque que sufrió antes de a haber ingresado en la boca derecha, es decir, cuando era una bola-joven. Uno podría preguntarse: ¿de dónde salió la “información” que hizo que la trayectoria fuera así y no de otra forma? Viéndolo de esta manera, notamos que la pregunta no tiene mucho sentido. El bucle se explica a sí mismo, pero es imposible hallar explicación a partir de causas externas a éste. La información no salió de ninguna parte: siempre estuvo ahí.

escalera_penrose

El bucle causal es análogo a la escalera sin fin de Penrose. Cada escalón está en perfecta concordancia con el anterior, pero su conjunto parece ser paradójico.

Lo interesante es que estos bucles causales parecen no violar ningún principio de la Física, aunque intuitivamente nos aturda la idea de que exista un libro que no haya sido escrito por nadie. Como dice Lewis, ¡extraño! Pero no imposible.

El escritor de ciencia-ficción Robert Heinlein (1907-1988), ha llevado esta idea hasta el extremo, en lo que se convirtió, según algunos, en una de las mejores y más lógicas historias de viajes en el tiempo, de toda la historia. El relato en cuestión se llama “Todos vosotros, Zombies”, en donde una persona se convierte en su propia madre y su propio padre. Recomiendo su lectura, por razones morbosas.

Para terminar con este episodio sobre las paradojas, nos queda examinar los aciertos y flaquezas de otra solución muy extendida y desventuradamente popular: la de los Universos Paralelos. Sin duda, una expresión como ésta hace arquear la ceja a cualquiera. ¿Por qué debería haber otros universos a parte del nuestro? Y si así fuere, ¿cómo lo sabríamos? Generalmente se dice que el modo en que éstos resuelven las paradojas, vendría a ser éste: al viajar en el tiempo, lo que se está haciendo es viajar hacia otro universo paralelo al nuestro; es posible modificar el pasado, alguien podría perfectamente asesinar a su abuelo o impedir la muerte de Luis XVI; no existiría contradicción alguna ya que el universo en donde el viajero nació es distinto al universo en donde el abuelo murió de joven y el viajero nunca nació.

En el párrafo anterior hay muchos gatos encerrados. El lector se dará cuenta de que ésta es una hipótesis formulada con el específico fin de resolver las paradojas. No es que haya algo en la Naturaleza que nos haga pensar que debe haber múltiples mundos, y que como consecuencia de eso hayamos descubierto una nueva forma de esquivar las contradicciones del viaje en el tiempo. ¿O sí?… Es muy común que los avezados escritores de ciencia-ficción hagan referencia a la Interpretación de Múltiples Universos de Everett (una teoría seria que intenta explicar ciertos problemas de la Mecánica Cuántica), al hablar de universos paralelos. ¿Entonces sí existe un fundamento en la Física Teórica para esta extravagante solución de las paradojas? Para hallar la respuesta, debemos explorar de qué se trata la curiosa Interpretación de Everett. Si bien ya la habíamos mencionado muy brevemente en otro artículo, aquí entraremos en más detalles.

Tradicionalmente, en la Física, se usaba a la Matemática para describir las cosas del mundo tal cual son. Cuando contamos las personas que hay dentro de un autobús, o calculamos la trayectoria de la Luna, estamos sustituyendo objetos físicos por símbolos matemáticos que los representan exactamente. Pero en la Mecánica Cuántica, esto ya no es así. En virtud de las Relaciones de Indeterminación de Heisenberg (o Principio de Incertidumbre), que dicen que cuanto más determinada está la posición de una partícula, más indeterminada será su velocidad, y viceversa, es imposible representar matemáticamente un objeto ‘tal cual es’: siempre habrá aleatoriedad. Lo que se hace en Cuántica, es hallar una función de onda que contiene todos los estados en que es posible encontrar una partícula cuando la midamos (o todas las “historias” posibles de la partícula). Pero, ¿cómo se interpreta esto? La forma más aceptada, es la que dice que la función de onda es en realidad una abstracción que representa las probabilidades que tiene una partícula de encontrarse en el modo en que presuponemos (esto se llama Interpretación de Copenhague).

Pero lo que se le ocurrió a Hugh Everett (1930-1982) en 1957, es que la función de onda, en donde están condensadas todas las posibles historias, no es ninguna abstracción, sino que representa la realidad tal cual es. No es que de todas las historias posibles, alguna de las más probables se dé en nuestro universo. Más bien, absolutamente todas las historias que nos muestra la función de onda, existen físicamente, pero necesariamente en distintos universos. La interpretación de Everett no es más metafísica que la interpretación de Copenhague. Por el contrario, lo que hizo Everett fue interpretar las matemáticas de la Cuántica al pie de la letra, las cuales dicen que existen distintas historias superpuestas.

¿Acaso la realidad consta de múltiples universos?

¿Acaso la realidad consta de múltiples universos?

Según esto, entonces, el tiempo no es lineal, sino que se va ramificando constantemente, hacia todas las posibilidades. Algunos universos serían exactamente iguales al nuestro, salvo por las posiciones de algunas partículas, y otros serían muy distintos y con características tan esquizofrénicas que la razón humana jamás podría concebir. En algunos universos tú no has leído este artículo; estoy agradecido de estar en uno en que sí lo has hecho.

Un aspecto interesante de todo esto, es que se compatibiliza el Determinismo de la Relatividad con el Indeterminismo de la Cuántica, como ya han señalado físicos como Paul Davies (1946-). La indeterminación no residiría ya en cuál será el resultado de tal experimento cuántico, sino en qué universo estamos. Todos y cada uno de los universos serían completamente deterministas. La aleatoriedad provendría en realidad de que sólo tenemos acceso a una pequeña parte el todo, y no de algo intrínseco de nuestro universo.

Ahora viene lo importante: en lo que respecta a la comunicación, estos universos están totalmente desconectados. No es posible salir de uno e ingresar en otro, o al menos no hay nada en la Ciencia que lo permita. ¿Y qué hay de los agujeros de gusano?, ¿no podrían utilizarse como ‘túneles’ para conectar estos universos? Pensemos en esto: un agujero de gusano es una curvatura del espaciotiempo que se ha cerrado sobre sí misma, y que permite de este modo acortar la trayectoria entre dos puntos ya sea del espacio o del tiempo. Pero esta curvatura se da en el espaciotiempo local, de un universo en particular. Curvando el espaciotiempo tanto como queramos, no lograremos que una línea de mundo acabe en otro espaciotiempo, de otro universo. Para entenderlo más fácilmente, tomemos una hoja de papel e imaginemos que es el espaciotiempo. Podemos estrujarla, enrollarla o agujerearla todo lo que queramos, pero es imposible que, haciendo esto, acabemos con otra hoja diferente en las manos.

Si existiera una curva cerrada de tipo tiempo, que permitiera regresar al pasado, el viajero acabaría en otro punto del espaciotiempo, sí, pero del mismo universo, cuya historia debería ser consistente. De modo que la Interpretación de Everett está irónicamente más de acuerdo con la auto-consistencia que con la solución de “universos paralelos”. Si pretendemos que los universos paralelos resuelvan las paradojas, habrá que desechar todo lo que se sabe de agujeros de gusano y curvas temporales cerradas, y descubrir otra forma radicalmente nueva de viajar al pasado.

Pero nada está dicho; aún no sabemos hasta qué conclusiones nos llevará la Ciencia en los próximos años. Es conocida la frase que dice que hoy estamos tan lejos de hacer práctico el viaje el tiempo, que lo que los hombres de las cavernas lo estaban de hacer posible el viaje espacial, que hoy es un hecho cotidiano. Sin embargo, también es conocida la famosa objeción de Stephen Hawking que dice: si en el futuro se llegara a encontrar la forma de viajar al pasado, ¡¿por qué no nos están invadiendo hoy turistas del futuro?! Algunos suelen contestar: ¿y por qué elegirían visitar una época tan insulsa como la actual?; entretanto otros contestan: quizá nadie venga del futuro porque el futuro está desierto…

Pero una respuesta más firme, es que al crear una curva cerrada de tipo tiempo, no sería posible regresar a un punto del pasado anterior a su creación. En el próximo artículo veremos el porqué de esto, y examinaremos las diversas máquinas del tiempo (serias) que los físicos han propuesto y las dificultades teóricas y prácticas que imposibilitan que hoy construyamos cualquiera de ellas.


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